MIÉRCOLES, 30-09-2020. Si me nombras tú...

 Cristo reina, ¡buenos días a todos!

Hagamos silencio, respiremos profundamente y preparémonos para comenzar nuestro día en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


 “Sé que existo si me nombras tú”. Dice la canción que sabemos que existimos si alguien nos nombra, si alguien pronuncia nuestro nombre. No hay nada más triste que sentirse un número más en una masa de gente anónima. Y es que a veces es así como nos sentimos… algo perdidos y diluidos entre el público, en la masa, como si no fuéramos nadie... en clase, en la calle...

En cambio, sentimos que estamos vivos y que somos alguien cuando escuchamos nuestro nombre, cuando nos sentimos conocidos por las personas que más nos quieren.

Y no solo por ellas, también a veces llegan por sorpresa a nuestra vida personas  que sentimos que nos conocen desde siempre, personas con las que confiar se hace fácil, personas con las que nos sentimos como en casa, tranquilos, seguros y profundamente comprendidos.

Así le pasó a alguien llamado Natanael (Jn 1,47-51). Jesús vio desde lejos que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Y Natanael, sorprendido, le contestó: «¿De qué me conoces?».

Y Jesús, como siempre, le dio una respuesta un poco extraña, que le descolocó aún más, Jesús le dijo algo así como que ya lo había visto antes de que otro de los discípulos, Felipe, lo hubiera llamado; Jesús hacía tiempo que se había fijado en él…

Natanael, al encontrarse cara a cara con Jesús y al sentirse conocido y nombrado, también se atrevió a nombrar a Jesús y expresarle su respeto y su cariño. Natanael le dijo: «Rabí, maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Recordemos por unos instantes a esas personas que nos hacen sentir algo especial cuando pronuncian nuestro nombre…porque lo pronuncian con cariño, con complicidad, casi como una caricia. Demos gracias en silencio por ellas, por cada una de las veces en que hemos escuchado nuestro nombre en sus labios.

  • Seguimos escuchando la canción…
Dice la canción que si me sonríes, vuelo, si me perdonas nazco y si me olvidas, moriré…

Ojalá según vayamos recorriendo el camino de nuestra vida sintamos que no solo hay personas que pronuncian con ternura nuestro nombre  sino que también nosotros hemos aprendido a nombrar con cariño a los demás…. De modo que al final de la vida, al final del camino, cuando alguien nos pregunte “¿Has vivido? ¿Has amado?” podamos, sin decir ya nada, abrir el corazón lleno de nombres.” (Casaldáliga)

 Terminamos nuestra oración con palabras del Padre Gras, él nombraba así a Jesús, el "nombre de su vida": “Tú eres mi Amigo que se me confía, mi Guía que me dirige, mi Padre que me sonríe, mi Protector que me guarda y mi Maestro que me enseña”. 

¡Que tengáis todos un feliz día! Pongamos hoy todo nuestro corazón en cada nombre que pronunciemos.

 Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, AMÉN.

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