MIÉRCOLES, 4-11-2020. Una antigua plegaria hebrea dice...

 

Cristo reina, ¡buenos días a todos!

Hagamos silencio, respiremos profundamente y preparémonos para comenzar nuestro día en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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Pasan los días y parece que fue ayer cuando comenzábamos septiembre y entrábamos en el colegio el primer día, después de varios meses alejados unos de otros. Ha pasado octubre también y hemos comenzado un nuevo mes, noviembre, recordando a nuestros difuntos y a tantos santos, conocidos o anónimos, esos santos que pueden vivir en la puerta de al lado (como decía el Papa Francisco). En este mes también celebraremos nuestra Fiesta de Cristo Rey.

Sin darnos cuenta han ido pasando los días y no viene mal tomar conciencia de todo lo que hemos ido viviendo en este tiempo. Recordemos algún encuentro especial de estas últimas semanas… traigamos a la memoria alguna mirada que nos ha sorprendido y despertado el corazón…¿Estamos aprovechando el momento presente o se nos está escapando la vida sin apenas darnos cuenta?

Dejemos hoy que una antigua plegaria hebrea nos invite a vivir con más intensidad aún, quédate con la frase que más te guste hoy y trata de recordarla por un tiempo, seguro que te hará bien.

 

Dice así esta antigua plegaria hebrea:

 “Que tus despertares te despierten.

Y que al despertarte, el día que comienza te entusiasme.

Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.

Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruza en tu camino. 

Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque solo sea pan y agua.

Y de encontrar algún momento en el día, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno. Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.

Y que tus abrazos, abracen. Y que tus besos, besen. 

Y que los atardeceres no dejen de sorprenderte, y que nunca dejes de maravillarte.

Y que llegues cansado y satisfecho  al anochecer por la tarea realizada durante el día. Y que tu sueño sea calmado, reparador y sin sobresaltos.

Y que no confundas tu trabajo con la vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio.

Y que no te creas más que nadie, porque solo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza. 

Y que no te olvides, ni por un instante, de que cada segundo de la vida es un regalo, un obsequio, y que si fuéramos realmente valientes, bailaríamos y cantaríamos de alegría al tomar conciencia de ello.

Se hoy nuestro pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos abraza y nos bendice“

 Pongamos nuestro día en manos de María, nuestra madre:

Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes,

ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.

 Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.


¡Que tengáis todos un feliz día!

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