MIÉRCOLES, 16-12-2020. La noche buena, la mejor noche...

 

Cristo reina, ¡buenos días a todos!

Hagamos silencio, respiremos profundamente y preparémonos para comenzar nuestro día en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Seguimos escuchando audio: 


 Ya va quedando menos, cada día nos acercamos un poco más a la noche de todas las noches, a la noche que lo cambió todo, a la noche buena en que las tinieblas se transformaron en luz, a la noche en que la ternura triunfó sobre la frialdad y la Esperanza sobre la tristeza.

 La noche en que Dios se hizo definitivamente uno como nosotros lo cambió todo: a partir de esa buena noche ya no hay que mirar al cielo para buscar a Dios: la estrella que guió a los magos desde el Oriente se paró y señaló hacia abajo, a la tierra; la estrella de Belén hizo dirigir la vista hacia un niño recién nacido y envuelto entre pañales, un niño al amparo de una madre joven, primeriza y seguro que asustada.

Y son unas personas extrañas, representadas en esos magos venidos de Oriente, las que descubren el tesoro que los poderosos y entendidos, como Herodes o las autoridades religiosas, no son capaces de ver ni valorar.

Y son las personas sencillas, como esos pastores que dormían al raso cuidando por turnos su rebaño, las que son capaces de levantarse en medio de la noche para ir a ver qué le ha pasado a la mujer embarazada que habían visto pasar unas pocas horas antes camino a la aldea de Belén.

Si tuvieras que elegir hoy un personaje de la Navidad, ¿qué personaje elegirías? ¿Dónde te hubiera gustado estar durante aquella primera Nochebuena?

Recordemos a todas esas figuras que ponemos en nuestros belenes desde que a San Francisco de Asís se le ocurriera montar el primer Belén, allá por el siglo XII. Recordemos el establo, la posada, el castillo de Herodes, imaginemos a José, a María, al Niño Jesús, a tantos pastores y sus ovejas, a Melchor, Gaspar y Baltasar, sus camellos, sus pajes, el oro, el incienso, la mirra; traigamos a nuestra imaginación el río, la lavandera, el huerto, las gallinas, los artesanos, el herrero, …

Jesús nació como uno de tantos, entre personas sencillas como naciste tú, como hemos nacido cada uno de nosotros. Cada uno tenemos nuestro Belén particular, nuestros reyes, nuestro José y nuestra María, nuestros amigos pastores, hasta nuestro buey y nuestra mula.

Si tuvieras que elegir hoy un personaje de la Navidad, ¿qué personaje elegirías? ¿Dónde te hubiera gustado estar durante aquella primera Nochebuena?  

 

 Ayudemos hoy a Dios para que siga naciendo en medio de la gente. Ofrezcámosle nuestra propia vida, con toda nuestra energía, nuestras capacidades, nuestra sensibilidad, con todas nuestras ganas de cambiar el mundo.

Que seamos un nuevo Jesús en medio del mundo, para que todos sigan descubriendo que Dios está de nuestra parte, que Dios está con nosotros, y que ha venido para quedarse.

 

 Pongamos nuestro día en manos de María, nuestra madre:

Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes,

ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.

 

 

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

¡Que tengáis todos un feliz día!

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, AMÉN.

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