MIÉRCOLES, 9-12-2020. María, madre del Emmanuel

Cristo reina, ¡buenos días a todos!

Hagamos silencio, respiremos profundamente y preparémonos para comenzar nuestro día en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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Ayer celebrábamos una fiesta dedicada a la Virgen: la de la Inmaculada Concepción de María. En este tiempo de adviento, a quién recordar y celebrar mejor que precisamente a Ella, a María, a la mujer que se experimentó totalmente bendecida por Dios y llamada a ser Madre de Jesús, nuestro Salvador, del Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros.

 María experimentó en su vida, como nadie, que Dios formaba parte de su existencia, que Dios estaba con ella, de su lado, de su parte.

Cuando, en la escena del evangelio, el Ángel saluda a María, lo que escuchamos es “Alégrate, María, alégrate, llénate de gozo porque has hallado gracia a los ojos de Dios, Dios está contigo”.

Y María se queda conmocionada, pues no termina de entender qué significa ese saludo.

Así que el Ángel se lo explica un poco mejor: Alégrate, María, porque Dios está en medio de tu vida de tal manera que vas a ser la madre de Jesús, vas a llevar en tus entrañas a alguien que va a ser tan sumamente humano, que va a ser conocido como el Hijo de Dios. Tu hijo Jesús va a traer tanta Vida y tanto Bien al mundo que todo el que le quiera y le siga, experimentará que su vida cambia, que Dios le salva, que Dios le impulsa a dar siempre más de sí. Jesús será el que saque lo mejor que todos llevamos dentro, esa mejor versión de nosotros mismos que a veces creemos imposible que exista.

 María confía en la promesa de Dios sobre su futuro hijo; ella decide también ponerse de parte de Dios y de parte de Jesús y así será durante toda su existencia, hasta el momento mismo de su muerte, al pie de la cruz.

En este Adviento pidamos a María que nos ayude a sentir como Ella que Dios también está de nuestra parte, apoyándonos, haciéndose presente, impulsándonos y viniendo cada día a nuestras vidas.

Y creamos de corazón que, como dice la canción, “si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará contra nosotros?”

 Pongamos nuestro día en manos de María, nuestra madre:

Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes,

ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes.

 Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

¡Que tengáis todos un feliz día!

 En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, AMÉN.

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