JUEVES 18 MARZO: SEMANA PADRE GRAS
Buenos días, Cristo reina. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Hoy, jueves, nos
centraremos en el carisma del Padre Gras que hizo
de él alguien que, en la actualidad, es para muchos de nosotros
figura de referencia, un ejemplo a seguir.
Mirando atrás, a
estos tres días pasados, hemos visto cómo José Gras
destaca por virtudes como la perseverancia, la esperanza y la humildad.
Y, si nos fijamos
en su vida, encontramos en él todo un modelo de superación, de
cómo enfrentarse a las dificultades, de cómo tomar la iniciativa sin temor
y de cómo ser guía de otros cuando lo necesitan.
En un fragmento del evangelio de San Mateo
aparece un mensaje similar:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra de Dios
En este pasaje del evangelio, Jesús nos recuerda que somos la sal de la tierra, es decir, que hay algo en cada uno de nosotros, que puede servir para seguir construyendo el reino de Dios, para ser la luz del mundo especialmente en la dificultad; y ese don que tenemos, debemos ponerlo al servicio de los demás.
Mirando
de cerca al Padre Gras, vemos a alguien que respondió sin miedo a este mensaje
de Jesús. Se puso en marcha y se convirtió en la luz de la sociedad
en la que vivió. Sembró esa semilla que se ha extendido por todo el planeta
y que tantas buenas obras sigue ejecutando hoy en
día. Con su carisma, supo ser ejemplo y guía para otros
con convicción plena, confiando en la tarea que estaba llevando a cabo.
Este carisma es un don del
Espíritu que ha permitido que cada vez más personas instalemos con
convencimiento en nuestras vidas el objetivo de que Cristo
reine en nuestros corazones.
Terminamos con una oración del Padre Gras:
Cristo,
Luz del mundo,
te
adoro como inspirador de los profetas,
Maestro
de los apóstoles,
Doctor
de los doctores,
pues
eres la Sabiduría infinita.
Disipa
las tinieblas de los entendimientos,
las
tormentas de los corazones.
Anima,
Corazón de mi Rey y Dios, mi corazón,
para
que, fortalecido con tu vigor divino,
logre
vivir adorándote
todos
los instantes de mi vida
por
los siglos de los siglos.
Gracias, Señor y Rey, por el carisma del Padre Gras. Ayúdanos
a seguir siendo con nuestra vida sal y luz, apóstoles del Reino.
CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO
LUZ INFINITA ALUMBRE NUESTRA INTELIGENCIA. AMÉN
