SEMANA PADRE GRAS /MIÉRCOLES 17 MARZO
Buenos días, Cristo reina. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
AMBIENTACIÓN:
Hoy, miércoles, continuamos dando gracias al Señor por la vida de José Gras y Granollers. Su legado y su testimonio están presentes gracias al terreno que sembró, su deseo siempre fue que Cristo reinara en el corazón de todos los niños, hombres y mujeres.
Su historia es un ejemplo de humildad: la entrega abnegada a los demás, dar sin esperar nada a cambio, impulsar el cambio desde la sencillez y la modestia.
· LECTURA BÍBLICA: Juan 13, 3-14
Entonces, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba, se levantó de la cena y se quitó su manto y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Entonces, fue a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Jesús le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, mas lo entenderás después.
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás.
Jesús le respondió: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.
Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién lo iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Palabra de Dios.
· REFLEXIÓN:
En este pasaje del evangelio, Jesús quiere despedirse de sus seguidores, de sus compañeros, de sus amigos. Otra vez sobresale su gran humildad, su gesto fino y lleno de ternura.
Va lavándole los pies a aquellos hombres que lo habían visto ordenar a los vientos y apaciguar a las olas en medio de la tormenta; aquellos que le habían visto dar la luz a los ojos de los ciegos, hacer andar a los paralíticos, sanar a los leprosos, resucitar a los muertos y, ahora, con un amor sin medida, con una humildad sin límites, les está lavando los pies.
Pedro está asustado, no acierta a comprender, pero ante las palabras de Jesús y con su vehemencia natural, le pide que lo lave de los pies a la cabeza. Jesús va más allá, está pensando en la humanidad y en esta humanidad estamos nosotros.
Jesús, entre los doce estaban los pies de aquel que te iba a traicionar. Tus manos tuvieron que temblar al lavar los de Judas y, sin embargo, acariciaste aquellos pies con amor y con tristeza y nos mandaste hacer eso mismo con nuestros semejantes, sin distinciones. Con este gesto, nos pides que amemos a todos los que nos rodean con más corazón y que los aceptemos tal y como son.
Señor, en tu siervo, José Gras, has perfilado al hombre sencillo que, con amor eterno hacia Ti, con tu ejemplo de Palabra y oración y con la firme convicción de hacerte reinar en nuestra sociedad, fundó el Instituto de Hijas de Cristo Rey para “lavar los pies” de cuantos hoy formamos parte de su obra apostólica por todo el mundo.
Te damos gracias, Señor y Rey, por la vida humilde y entregada del Padre Gras.
· PETICIÓN:
Señor, Tú conoces a José Gras y conoces su gran deseo: que Tú seas el Rey de nuestros corazones. Queremos que el mundo sepa quién es, que sepa que te dedicó su vida y, por ello, hoy te pedimos que un día en la Iglesia sea modelo de santidad, modelo de hacer el Bien.
· ORACIÓN DEL PADRE GRAS:
Rey de humildad infinita,
de gloria inmensa,
de dulzura inagotable,
de paciencia incomprensible,
de inefable amor,
bendecido, alabado, adorado seas siempre.
Luz indeficiente,
Tú solo puedes disipar las tinieblas
que ciegan los entendimientos
de los que te miran y no te conocen.
Caridad sustancial,
Tú solo puedes comunicar calor de vida
a los corazones
que dicen que te aman y están yertos.
A ti eleva mi alma una súplica
ante la inconstancia, la disipación
y el desamor de los hombres
en los que pusiste el sello de luz de tu imagen
y que, soberbios,
se niegan a reconocerte como su Creador,
Redentor y sumo BIEN.
Muestra tu misericordia,
Señor Dios, Padre y Rey,
con todos los que aclamamos
tu realeza gloriosa.
CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA; CRISTO, LUZ INFINITA, DE TODO MAL NOS DEFIENDA, AMÉN.