Jueves, 22 de abril
LA PEREZa
Buenos días, nos vamos preparando para la
oración.
BUENOS DÍAS, CRISTO REINA.
Hay
una actitud, de las que casi podríamos llamar “enfermedad del alma”, que suele
impedir cualquier clase de cambio en la vida de las personas. Se trata de la
pereza. Es como un óxido que se instala en nuestra vida, que dificulta el
movimiento de nuestros engranajes; o como un moho que se adhiere a nosotros y
no nos deja ver ni sentir más allá de nuestra comodidad.
La
pereza es, de alguna manera, la pasión por la inacción; el gusto por no hacer
nada. Tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es
precisamente eso: que no exige nada. Un filósofo alemán definió
la pereza como el hábito de descansar antes de estar cansado. Y es un hábito
que engancha, porque cuanto menos hace uno menos ganas tiene de ponerse a hacer
algo.
El
dramaturgo inglés William Shakespeare escribió sobre ella: “El cansancio ronca
sobre los guijarros; en tanto que la pereza halla dura la almohada de pluma”. Y
mucho antes el poeta griego Hesíodo dijo: “El hambre es la compañera
inseparable del perezoso”. La misma moraleja tiene la fábula de “la cigarra y
la hormiga”, que tantas veces habremos escuchado.
Pero
no confundamos la pereza con el ocio, que es el tiempo que no se dedica a lo
laboral y que puede ser rico en otras experiencias. La pereza es la falta de
estímulo, de deseo, de voluntad para atender a lo necesario e incluso para
realizar actividades creativas o de cualquier índole. Es una congelación de la voluntad,
el abandono de nuestra condición de seres activos y emprendedores.
Es
perezoso quien renuncia a sus deberes con la sociedad, con la ciudadanía, quien
abandona su propia formación cultural. La persona que nunca tiene tiempo para
leer un libro, para ver una película, para escuchar un concierto, para prestar
atención a una puesta de sol. Aquel que tiene pereza de convertirse en más
humano.
El
antídoto contra la pereza es la voluntad y muchas veces la conciencia de que
necesitamos rehacer nuestra vida o ayudar a otros a hacerlo.
Desde
aquí os invitamos a no dejar rodar vuestra vida cuesta abajo, sino a que cojáis
las llaves de la casa y os pongáis manos a la obra y a hacer los cambios
necesarios. Y si no sabéis por dónde empezar preguntad a la gente que más os
quiere. También podéis tratas de escuchar lo que os dice Dios: Él tiene unos
buenos planos para cada uno de nosotros.
PARA TERMINAR, REZAMOS UN PADRENUESTRO EN INGLÉS.
CRISTO
VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA, ALUMBRE NUESTRA
INTELIGENCIA. ¡Qué sigáis teniendo una buena semana!