Miércoles 21 de abril

 



Miércoles, 21 de abril 

 

Buenos días, Cristo reina, nos preparamos para la oración de la mañana (momento de silencio). En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

            Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes , te pido perdón por mis pecados y  gracia para hacer con fruto este momento de oración.

            

Señor, estamos llamados a ser buenos samaritanos, a acercarnos al

hombre necesitado del camino, a sentir, como Jesús lo sintió, compasión por

nuestro prójimo. 

 

            La compasión es una virtud que se deriva del valor del amor. La verdadera compasión consiste en percibir la angustia ajena y hacerla nuestra. La compasión no puede esperar, hay que actuar en el preciso instante en que alguien nos necesita. Muchas veces es más cómodo no involucrarnos en la angustia de los demás, excusándonos con que somos discretos y prudentes; cuando en realidad lo que sucede es que estamos siendo controlados por nuestro egoísmo. Las siguientes palabras, resumen de una manera poética, en que consiste la compasión:

 

No es lo que has hecho, sino lo que no has hecho lo que causa congoja

al caer el sol. La tierna palabra olvidada, la carta que no escribiste, las flores

que no enviaste, son fantasmas en la noche. La piedra que no apartaste del

camino de un hermano, el consejo alentador que no te atreviste a dar, esa

caricia afectuosa, esa palabra amorosa en la que nunca pensaste, sumido en

tus propias penas.

            Que el buen samaritano venga a nosotros y nos haga tener los mismos sentimientos, para no dar ningún rodeo ante el hermano que nos necesita, sino hacernos compañeros de sus caminos, amigos de sus soledades, cercanos a sus necesidades, para ser sencillos y buenos, y pasar por el mundo “haciendo el bien” y sembrando alegría en los hombres.

Ahora rezamos todos juntos un Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo, 
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad 
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy 
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

 

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, amén. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén. Que tengáis un buen día.

 

 

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