Jueves, 14-10-2021. ¿Quieres sanarte?

 

Cristo reina, ¡buenos días a todos!

 ·      Busco algo más (Nico Montero)


 Respiremos hondo, dejemos que nos llegue el aire a nuestros pulmones y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana:

 ·         Cerremos por un instante los ojos.... respiremos una vez profundamente, notando cómo el pecho se nos hincha al inspirar y cómo se relaja al expulsar el aire lentamente....

 

Cuentan que un día en que celebraban los judíos una fiesta, Jesús subió a también a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de los Rebaños, una piscina llamada en hebreo Betesda, con cinco soportales. Yacía en ellos una multitud de enfermos, ciegos, cojos y lisiados, que aguardaban a que se removiese el agua. Contaba la leyenda que periódicamente bajaba el ángel del Señor a la piscina y agitaba el agua, y el primero que se metía apenas agitada el agua, se sanaba de cualquier enfermedad que padeciese.

 

Imaginémonos la escena... enfermos de todos los tipos, una especie de piscina y cómo, de repente, al moverse un poco las aguas de la piscina, cuántos tratarían de tirarse al agua, así, como estaban, vestidos, cojos, ciegos, lisiados,... una situación bastante caótica, la verdad...

 

Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús lo vio acostado y, sabiendo que llevaba así mucho tiempo, le dice: —¿Quieres sanarte?

Le contestó el enfermo: —Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando yo voy, otro se ha metido antes.

Le dice Jesús: —Levántate, toma tu camilla y camina. Al punto se sanó aquel hombre, tomó su camilla y echó a andar.

 

Imaginemos a Jesús paseándose entre aquellos enfermos... la mayoría no le conocía. Así que cuando se para delante de uno que él debía de conocer desde hace muchos años, la pregunta casi suena ridícula, Jesús le pregunta “¿quieres sanarte?”. Y es curiosa la respuesta: el hombre dice que no consigue sanar porque nadie le ayuda a acercarse a la piscina cuando llega esa agitación extraña de las aguas.

 

Jesús, sin embargo, parece que no se entera de la excusa. Simplemente le dice “levántate, toma tu camilla y vete”. Y el enfermo le escuchó y le obedeció, simplemente le obedeció. En vez de quejarse porque los demás no le solucionan la vida, toma las riendas de su propia existencia y decide hacer algo por sí mismo: deja de buscar excusas y soluciones fuera de él y las busca en sí mismo. Él puede levantarse, él puede cargar con su propia camilla, con sus propios problemas, él puede ponerse en marcha y abandonar el lugar de la queja, del resentimiento y de la pasividad.

 

·         Hoy Jesús nos pregunta a cada uno también: ¿Quieres sanarte? ¿Qué es lo que realmente quieres, buscas, deseas?

·         Y hoy Jesús nos dice a cada uno: pues entonces, si realmente quieres y deseas eso, LEVÁNTATE, TOMA TU CAMILLA Y ANDA.... porque ya es hora de ponerte a luchar por aquello que realmente deseas, ya es hora de dejar las excusas. Yo estoy contigo, pero recuerda, no puedo hacer nada por ti sin ti: así decía San Agustín “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.

 

Jesús en mi pensamiento, Jesús en mi corazón,
Jesús en todo momento, vivid Vos en mí, no yo. AMÉN

 

 Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

¡Que tengáis todos un feliz día!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, AMÉN.

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