Jueves, 10-02-2022. No remamos solos

 Cristo reina, ¡buenos días a todos!

Respiremos hondo, dejemos que nos llegue el aire a nuestros pulmones y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana:

 

·         Escuchamos audio (Ennio Morricone - La Misión [Suite Orquestal]): https://youtu.be/3dLxy4jn_vI

·         Venid conmigo a un lugar tranquilo: 


 (Rezamos con nuestra imaginación) “Como una barca...”. Hoy te invito a usar la imaginación para encontrarte contigo mismo y con Dios. Si Dios es capaz de comunicarse contigo a través de una palabra o un sentimiento, ¿por qué no a través de tu imaginación? te invito a probar la impresionante fuerza que tiene nuestra capacidad para imaginar y soñar.

1.       Empieza cerrando los ojos, olvídate de lo que hacen los demás, cierra tus ojos y aprovecha este momento.

2.       Ahora haz una inspiración profunda, aguanta unos instantes el aire dentro de los pulmones y suéltalo tranquilamente. Aprovecha para sentarte apoyando bien los pies sobre el suelo y la espalda sobre el respaldo de la silla.

3.       Y ahora vuelve a inspirar profundo, aguanta unos instantes el aire dentro de los pulmones y suéltalo tranquilamente. Deja las manos sobre tu regazo y aprieta los puños unos instantes, suelta los puños y relaja ahora las manos.

4.       Y en esta tercera vez haz las dos cosas al mismo ritmo: inspira y cierra los puños, exhala el aire y relaja las manos... repítelo tres veces.

5.       Sigue con los ojos cerrados, respirando tranquilamente, a tu ritmo, y con las manos apoyadas en tu regazo.

 

6.       Imagina que miras hacia arriba y sobre ti está el cielo abierto, imagina que no estás en la clase, que no está el techo blanco sobre tu cabeza sino el cielo azul. Es un azul intenso, limpio y claro. Imagina el cielo, totalmente vacío de nubes. Es un día templado, hace sol, lo suficiente para calentar el cuerpo pero sin molestar.

7.       Y sigues contemplando un poco más allá... tus ojos van bajando hacia el horizonte y te encuentras con el mar abierto, un enorme horizonte de aguas tranquilas, un mar en el que se refleja la luz del sol. Un mar que conoces, un mar en el que te bañas durante el verano...

8.       Y sigues bajando la vista y descubres que estás sentado en una barca, una barca de madera, de color blanco. Estás sentado y notas cómo el movimiento del agua balancea ligeramente tu barca... Miras y ves los remos apoyados en un lado junto a ti, hace un rato que dejaste de remar y estás descansando, dejándote mecer tranquilamente por el agua, sin preocuparte por nada más, mecido únicamente por el ruido de la salpicadura de alguna ola contra el costado de tu barca...

9.       El banco de tu barca es ancho y a tu lado tienes a alguien... alguien con quien disfrutas incluso cuando apenas tienes nada que decir. A tu lado está sentado alguien que está disfrutando como tú del cielo, del horizonte de agua, del mecer de las olas, del calor del sol. Esa persona te valora y te aprecia por lo que eres, por quien eres, por ti mismo. Con esa persona no te hace falta fingir ni decir que estás bien cuando te sientes triste o agotado. Junto a esa persona sientes que eres tú mismo. ¿Quién es esa persona para ti?

10.   Ahora miras a los ojos de esa persona y le agradeces con una sonrisa o con un beso que esté en tu barca contigo, que esté en tu vida... incluso en estos momentos en los que no estás haciendo nada en especial, más que estar, estar juntos, en una barca, mecidos por el mar...

11.   Esa persona puede ser Jesús, puede ser Dios mismo en tu vida. Jesús te mira, sentado a tu lado, te sonríe, te guiña un ojo y coge uno de los remos... tú coges el otro y comenzáis a remar... es hora de volver... es hora de ponerse en marcha, de coger los remos con fuerza y luchar un poco más por llegar a donde tú sueñas.

12.   Vamos lentamente despidiéndonos de ese mar, de ese cielo... agradecidos por estos instantes de descanso, de dejarnos llevar.... respiramos hondo una vez más y vamos abriendo los ojos

13.   Y terminamos estos minutos de oración con la confianza renovada de que no remamos solos, de que hay un horizonte esperándonos, un mar más allá de nuestras preocupaciones de hoy, de ayer o de mañana. Dios está con nosotros, ninguna ola podrá volcar nuestra barca si dejamos que Él reme con nosotros a través de las personas que más nos quieren.

 

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, AMÉN.

¡Que disfrutéis este nuevo día!

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