LUNES 21-02-22 (Cuanto Perdemos y Cuanto Ganamos)
Buenos días, Cristo
Reina, nos vamos preparando para la oración de la mañana.
Comenzamos la oración de la mañana en el nombre del Padre del Hijo y del
Espíritu Santo, amén.
Respiremos hondo y lo soltamos lentamente. Respiremos de nuevo tomamos aire y lo soltamos lentamente, tomamos aire una vez más y dejemos que nos llegue el aire a nuestros pulmones y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana: .
(MÚSICA Instrumental)
A lo largo de la vida tenemos momentos en los que perdemos y ganamos, en
relación a cosas insignificantes y en relación a otras que no lo son tanto.
En ocasiones…Perdemos una calculadora, perdemos un relój, Perdemos tiempo.
Perdemos a un ser querido, a un amigo, a un familiar.
Y en otras nos toca ganar. Ganamos un positivo, ganamos un premio de
lotería. Ganamos tiempo. Ganamos un nuevo amigo.
La vida está llena de realidades, momentos que vemos como pérdidas, y otras
que consideramos ganancia.
A veces descubrimos que una pérdida se convirtió en una ganancia: perder el
tren permitió que tuviéramos tiempo para hacer una llamada importante.
Otras veces vemos cómo una ganancia se transforma en pérdida: obtener ese
premio económico de la lotería nos hizo egoístas y perdimos la armonía.
La vida está llena de misterios. Lo que al inicio beneficiaba puede al
final ser dañino. Y lo que empezó como un fracaso al final llega a producir
beneficios insospechados.
Lo importante, cuando perdemos o cuando ganamos, es descifrar el sentido de
lo que ocurre, y acogerlo en el propio camino como parte de la vida.
Porque la salud (que podemos perder o recuperar), o el dinero, o cualquier
objeto más o menos valioso, adquieren un sentido pleno cuando nos ayudan a amar
y nos permiten caminar con esperanza.
Entonces una pérdida no se convertirá en
desgracia irremediable, porque Dios es capaz de sacar bienes incluso de los
males.
La vida sigue su marcha, con relojes perdidos y con amigos encontrados. En
medio de tantos acontecimientos, hay una luz interior que nos acompaña.
Con esa luz descubrimos que Dios está
siempre a nuestro lado, y que con su ayuda podremos avanzar siempre hacia el
encuentro eterno con su Amor.
Gracias a la promesa de nuestro amado Jesús,
podemos aferrarnos firmemente a la verdad de que no importa cuál sea la
situación, difícil o angustiosa. No importa lo solos que creamos estar, Él
siempre está allí, cerca, a nuestro lado.
Con la certeza de sentirnos acompañados en todo
momento por el padre, terminemos el rezo de la mañana dando gracias por este
nuevo día que se nos presenta y para que nos ayude a caminar con esperanza y
seamos reflejo de Cristo.
Un nuevo día que me regalas.
Gracias con toda la fuerza
de que soy capaz.
Gracias por este nuevo amanecer.
Gracias por este nuevo empezar.
Gracias por tu presencia
que me acompañará en toda la jornada.
Quiero comenzar este nuevo día
con entusiasmo,
con alegría reestrenada,
con ilusión nueva.
Me da seguridad el saber
que Tú estás a mi lado:
en mi familia, en mis amigos,
en la gente con la que me voy a encontrar,
en mi propia persona.
Te ofrezco mi trabajo de este día.
Que mi esfuerzo sea fecundo,
sirva para la felicidad de los demás
y me ayude a encontrar mi propia paz.
Que, con mi trabajo, mi día sea un pedacito
del mundo que busco y sueño.
Ayúdame a llenarlo de entrega y amor.
Señor, que hoy viva de tal manera
que cuantos se acerquen a mi
descubran tu presencia y tu ternura.
Buenos días, Señor.
Un nuevo día que me regalas.
CRISTO VENCE, CRISTO
REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA ALUMBRA NUESTRA INTELIGENCIA. AMÉN
EN EL NOMBRE DEL PADRE DEL HIJO DEL ESPIRITU SANTO
AMÉN
¡Qué tengáis un buen día!