Lunes 23-05-22
Buenos días, Cristo Reina, nos vamos preparando
para la oración de la mañana.
Nos disponemos a escuchar la oración de la mañana
y para acoger lo que vamos a escuchar, disponemos nuestra mente y nuestro
corazón, para ello vamos a cerrar nuestros ojos y tomar una posición cómoda en
nuestra silla, tomamos aire lentamente y lo soltamos lentamente,
repetimos...tomamos aire y lo soltamos...una vez más… tomamos aire muy
lentamente y lo soltamos también muy lentamente.
Comenzamos la oración de la mañana en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Había un hombre que tenía cuatro hijos. El
buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces él
envió a cada uno por turnos a ver un árbol de peras que estaba a una gran
distancia.
El primer hijo fue en el invierno, el segundo en
primavera, el tercero en verano y el hijo más joven en el otoño.
Cuando todos ellos habían ido y regresado, él los
llamo y juntos les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer
hijo menciono que el árbol era horrible, doblado y
retorcido.
El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes
verdes y lleno de promesas.
El tercer
hijo no estuvo de acuerdo, el dijo que estaba cargado
de flores, que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más
llena de gracia que jamás había visto.
El último de
los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos,
el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y
satisfacción.
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que
todos tenían razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la
vida del árbol.
Él les dijo a todos que no deben juzgar a un árbol, o a una persona, por sólo
ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo
y amor que viene con la vida puede ser sólo medida al final, cuando todas las
estaciones han pasado.
Si tú te das por vencido en el invierno, habrás
perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del
otoño.
No dejes que el dolor de alguna estación destruya
la dicha del resto.
No juzgues la vida sólo por una estación difícil.
Persevera a través de las dificultades y malas
rachas… mejores tiempos seguramente vienen por delante.
María,
ayúdanos
a darnos cuenta de las maravillas que
Dios
va haciendo en nosotros:
la
vida, la familia, la educación, los amigos...
Ayúdanos
a admirarnos con sencillez de lo bueno de cada día
y
a ser sencillamente agradecidos.
Que
no nos pueda el orgullo de ser más que los demás,
sino
que sintamos el deber de poner lo que tenemos
al
servicio de los demás.
Ojalá
aprendamos que ‘amor con amor se paga’,
y
hagamos de nuestra vida un acto de servicio a Dios y al prójimo.
Recemos hoy para que María nos de fuerzas y aliento
ante las dificultades de la vida y nos demos cuenta de todas las cosas que
tenemos y por las que tenemos que dar gracias. Recemos todos juntos un Ave
María.
Recemos todos juntos un AVE MARÍA…
Dios te
salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén
·
Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera,
Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, amén.