MARTES 27 SEPTIEMBRE

 CRISTO REINA, BUENOS DÍAS, NOS VAMOS PREPARANDO PARA LA ORACIÓN.

Buenos días, CRISTO REINA, nos ponemos en presencia del Señor, en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Comenzamos la oración de esta mañana serenando nuestro cuerpo, para ellos adoptamos una postura cómoda, hacemos una respiración intensa, cogemos aire y soltamos lentamente…abrimos nuestro corazón a Jesús, y le dedicamos estos primeros minutos de la mañana. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso. Se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse con una mujer muy hermosa.

Ese hombre se pasó la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó:

-Me prometiste riqueza, una buena posición social y una bella esposa. ¡Me he pasado la vida esperando en vano!

-Yo no te hice esa promesa, replicó el ángel, te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa.

El hombre estaba realmente intrigado. «No entiendo lo que quieres decir», confesó.

-¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica? El hombre asintió con un gesto.

-Al no decidirte, unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en práctica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino.

-También recordarás, prosiguió el ángel, aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar, solo por miedo a que los saqueadores que había te robasen tus pertenencias. Así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa. El hombre asintió con vergüenza.

-Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos, continuó el ángel.

-Por último, ¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja? La creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y para evitar el rechazo, nunca llegaste a proponérselo.

El hombre volvió a asentir, pero ahora con lágrimas.

-Si amigo mío, ella podría haber sido tu esposa, dijo el ángel. Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida.

A todos se nos ofrece a diario muchas oportunidades, pero muy a menudo -como el hombre de la historia- las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades.

El Señor se empeña en darnos siempre oportunidades nuevas, la posibilidad de reconducir una mala opción tomada, una relación, una amistad… ser capaces de pedir perdón y volver a intentarlo (incluso con nosotros mismos). El Señor nos da oportunidades para aceptarnos tal como somos, con los cambios que nos va trayendo el paso de los años, aprendiendo a querernos. Resetearnos cada mañana cuando abrimos el ojo y ponemos un pie en el suelo para decidir a qué o a quién vamos a dedicar nuestro día. Cada día. A veces con la certeza de estar apostando sobre seguro. Porque, con Él, tenemos el viento a favor.

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

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