Oración viernes 7 de octubre de 2022


 

Buenos días, Cristo Reina, nos preparamos para la oración….

 



 

Buenos días, Cristo Reina, comenzamos la oración de la mañana…

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…

 

Vamos a cerrar los ojos y desde nuestro interior vamos a hacer silencio, Relájate….Respira profundamente… Deja todo lo que te distraiga a un lado y prepárate para acoger la oración de este día

 Hoy celebramos la fiesta de nuestra Madre del Rosario y vamos a centrar la oración en la figura de María, la Madre de Dios. 

 

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38 

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José́, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». 

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará́ el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá́ fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será́ eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá́ sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá́ con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será́ llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está́ de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí́ la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró́. 

Palabra de Dios.

 

El Evangelio de que hemos escuchado, es la página central de toda la Escritura, de toda la Historia de la Salvación. Dios, en su locura de amor por nosotros, para salvarnos, envió a su propio Hijo para que  tengamos vida eterna. Jesús se hace verdadero hombre.

Este es el misterio de la Encarnación, es el más grande de todos los misterios. Todo un Dios hecho hombre, asumiendo nuestra naturaleza en todo su proceso: engendrado, nacido, crecido, muerto y resucitado. 

El evangelio nos dice: El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

María es pura capacidad, en ella no hay nada que impida ni estorbe a que Dios entre en su presencia y la llene de su gracia. Nosotros entramos en la presencia de Dios siempre que lo deseamos porque Dios siempre está presente, atento y receptivo. Pero, ¿puede Él entrar en nuestra presencia, en tu presencia, siempre que lo desee? Piénsalo bien ¿Estamos nosotros presentes y atentos, preparados y receptivos como lo estaba María? 

Sólo si nos vaciamos de nosotros mismos y nos hacemos pura capacidad, como María, si vivimos atentos, presentes y receptivos, Él podrá entrar en nuestra presencia y llenarnos de su gracia, como a María.

Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra.

María es como ese terreno vacío, limpio y bien arado, preparado para recibir la semilla del Verbo y encarnarla. ¿Cómo está nuestro terreno? Sólo en la medida en que desocupemos nuestra vida de todo lo que la vamos llenando, Dios podrá sembrar su Palabra en nosotros.

 

Hoy no vamos a rezar el Padre Nuestro ni el Ave María, vamos a rezar el Magníficat pues en esta oración vamos a encontrar la actitud que debemos tener si queremos que Dios habite en nosotros.

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitaran todas las generaciones, 
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Y su misericordia llega a sus fieles 
de generación en generación. 
Él hace proezas con su brazo: 
dispersa a los soberbios de corazón.

Derriba del trono a los poderosos 
y enaltece a los humildes, 
a los hambrientos los colma de bienes 
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,

Como era en un principio, ahora y siempre , por los siglos de los siglos. AMEN

 

 

En palabras del padre Gras:

 

Cristo, vive y reina eternamente en mí, que acepte, bendiga y adore tu Soberanía, como lo hacen todos los hombres justos en la tierra y los ángeles y santos en el cielo. 

 

 

 

CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA, ALUMBRA NUESTRA INTELIGENCIA, AMÉN.

 

¡Qué paséis un buen día!

 

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