NOVIEMBRE: PERDONAR ES AMAR

 Si yo perdono poco, poco amo

Perdón


Buenos días, CRISTO REINA, nos ponemos en presencia del Señor, en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Comenzamos la oración de esta mañana serenando nuestro cuerpo, para ellos adoptamos una postura cómoda, hacemos una respiración intensa, cogemos aire y soltamos lentamente… abrimos nuestro corazón a Jesús, y le dedicamos estos primeros minutos de la mañana.

Perdonar es un acto de amor, que exige humildad y generosidad. Perdonar no es fácil, pero tampoco es algo imposible. Perdonar es tratar de olvidar la ofensa, como si ésta nunca hubiese existido. De esta forma perdona Dios, restituyendo a la nada todo el mal que colocamos en sus manos.

La capacidad de perdón que cada uno tiene refleja a la perfección la calidad de su vida cristiana. Si yo perdono poco, poco amo. Si he recibido mucho perdón, es que soy muy amado. Si deseo ser perdonado, también he de querer perdonar. El perdón del cristiano desconoce el rencor, las gratificaciones y los derechos, las compensaciones y las exigencias. No hemos de entender el perdón ni como un acto de solidaridad ni un mero protocolo de convivencia social y de buenas costumbres.

Y aunque el perdón sea algo difícil, hay que tratar siempre de perdonar, aunque uno sepa que la razón está de su lado, aunque el otro desconozca nuestro perdón, aunque sea malinterpretado, aunque nadie lo agradezca, aunque implique incomprensión, crítica o persecución y, sobre todo, aunque implique para nosotros lo indecible. Una vez perdonado de corazón nuestro perdón se convertirá en fuente de alegría y, fundamentalmente, de libertad interior. Antes de que nosotros perdonemos ya fuimos perdonados. El mayor perdón lo recibimos, sin merecimiento alguno, sin haberlo pedido antes, en esa Cruz

redentora, allí donde se gestó el mayor acto de amor de la historia de la humanidad. Así debe ser también nuestro perdón: el que es capaz de alcanzar el extremo de la cruz y del amor.

¡Señor, cuánto me cuesta perdonar! Por eso hoy, exclamo, ¡Padre Nuestro, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden! ¡Señor, cambia mi corazón para que se parezca al Tuyo, rebosante de amor y de perdón! ¡Señor, te pido perdón, por todo aquello que delante de tus ojos no he hecho bien! ¡Perdón, Señor, cuando he obrado mal y he ofendido a los demás, cuando me han herido y he sido incapaz de perdonar! ¡Perdón, Señor, si he herido a alguien con mis hechos o mis palabras! ¡Enséñame, Señor, a perdonar a todo aquel me ha hecho algo con lo que yo no he estado de acuerdo!

El Padre Gras reza así:

“Yo necesito un tesoro que me aliente, que me vivifique, que me libre de todas mis necesidades, que acalle mis suspiros, que me penetre de luz inextinguible, que apague mi sed insaciable, que me inunde, como un océano de vida, de hermosura y de dulzura inmortal…ese tesoro es Jesucristo.”

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo luz infinita ilumine nuestra inteligencia, amén

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