Oración lunes 19 de diciembre de 2022

Buenos días, Cristo reina, nos vamos preparando para la oración.

(Música ambiente)

Buenos días, Cristo reina, comenzamos la oración de la mañana…

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Toma asiento…relájate.

Cuarta semana de Adviento… parece increíble que empecemos la última semana de este primer trimestre. Una semana cargada de momentos especiales. Y una semana en la que tenemos la oportunidad de dar todo aquello que tenemos a los demás.

Pero, sobre todo, son días para ultimar preparativos, como cuando nos vamos de viaje. Días de nervios, de nudo en la barriga, de ir de aquí para allá, sabiendo que pronto ocurrirá algo importante. Como el que va a jugar un partido que lleva preparando semanas, o el que va a hacer un examen que ha preparado bien y con tiempo.

Y es que así es la llegada de Jesús, así es su nacimiento cada año en nuestro corazón, y así hemos abierto nuestro corazón durante todos estos días, precisamente para este momento. 

Es ahora, cuando debemos llamar a la puerta de ese Reino que Dios nos ofrece, en el que estamos invitados todos, y en el que cada persona que tienes al lado es hermano, hermana, con un mismo sentimiento de fe. 


EN los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.

Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.

Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.

Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.

Pero el ángel le dijo:

«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías replicó al ángel:

«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».

Respondiendo el ángel, le dijo:

«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».

Ese también es el legado que nos deja José Gras, el de convertir los corazones de la gente que nos rodea, haciendo presente a Cristo en ellos, y dando a conocer el Reino de su fe. Aprovecha estos días tan especiales, y deja que la Navidad empape tu corazón, siendo testigo del amor que el niño Rey trae para nosotros.


En palabras del Padre Gras.

Corazón de nuestro Rey, únenos a Ti, líbranos de ser mediocres e indiferentes, para que te adoremos cada día con más amor y atraigamos a Ti muchas almas. 

Cristo vence, cristo reina, cristo impera, cristo luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Que tengáis un buen día y una feliz semana.



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