LUNES:6 FEBRERO: SOIS LUZ, SOIS SAL

 SOIS LUZ, SOIS SAL Hagamos una reflexión sobre las palabras del Evangelio San Mateo 5,13-16 Ya lo hemos escuchado muchas veces. Pensamos….”Ya nos lo sabemos , tenemos que ser sal de la tierra, luz del mundo, ciudad en lo alto de un monte y lámpara en el candelero. Esta es de esas parábolas que necesitan pocas explicaciones.” Pero hoy, vamos a fijarnos en el modo que tiene Jesús de decir todas estas cosas: «SOIS». No ha dicho «tenéis que ser», ni «debéis ser». No estamos ante una invitación, ni una oferta, ni una meta que debamos plantearnos en nuestra vida. Jesús no da instrucciones, ni manda nada, ni exige.... Tenemos una especie de «tendencia innata» a convertir todo lo que leemos en el Evangelio en moral, obligaciones... o peor aún... en "moralina". Enseguida se nos dispara el «tenemos que», el «debemos», y a la vez «qué mal, porque yo no soy así, o me falta mucho para conseguirlo». El Señor ha dejado caer una declaración tajante de algo que va implícito en nuestra condición de discípulos: no es que «debamos ser» sal, o luz: es que somos luz y sal. ¿Qué tiene que hacer la sal para salar? Ser lo que es. ¿Qué tiene que hacer una lámpara encendida para iluminar? Ser lámpara encendida. Todo, por tanto, consiste en no dejar de ser lo que somos, no perder nuestra identidad, nuestro «ser». Y lo que somos no es posible ocultarlo, como tampoco se puede esconder una ciudad construida en lo alto de un monte. Por estar donde está ¡YA SE VE! Por ser lo que es ¡YA SE VE! .

Terminamos con una oración de la poetisa Gloria Fuertes

Que estás en la tierra, Padre nuestro, que te siento en la púa del pino, en el torso azul del obrero, en la niña que borda curvada la espalda, mezclando el hilo en el dedo. Padre nuestro que estás en la tierra, en el surco, en el huerto, en la mina, en el puerto, en el cine, en el vino, en la casa del médico. Padre nuestro que estás en la tierra, donde tienes tu gloria y tu infierno y tu limbo; que estás en los cafés donde los pudientes beben su refresco. Padre nuestro que estás en la tierra, en un banco del Prado leyendo. Eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo. Padre nuestro que estás en la tierra, en la cigarra, en el beso, en la espiga, en el pecho de todos los que son buenos. Padre que habitas en cualquier sitio, Dios que penetras en cualquier hueco, Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra, Padre nuestro que sí que te vemos los que luego hemos de ver, donde sea, o ahí en el cielo.

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