JUNIO: GRACIAS

 Buenos días CRISTO REINA, nos preparamos para escuchar la oración de la mañana. Adoptamos una postura cómoda, la espalda sobre el respaldo, ambos pies en el suelo y manos sobre las piernas, hacemos una respiración profunda y vamos cerrando los ojos o bajando la mirada, prestando atención al ritmo de nuestra respiración y disponemos nuestro corazón y nuestra mente a escuchar la oración. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Señor, hoy queremos darte gracias por el curso que ya mismo concluirá, ya que casi estamos terminando los exámenes.

Gracias por los amigos y amigas con quienes hemos pasado tantos trabajos, dificultades en tantos días y también buenos momentos. Gracias porque he sentido el afecto de amigos, amigas, compañeros y de mi familia.

Gracias por los libros que he leído, por los profesores que me han ayudado, por los trabajos que he hecho, por los esfuerzos que me han enseñado la importancia del trabajo diario y que nada es imposible.

Gracias porque Tú me has acompañado para enseñarme el camino que conduce al bien, a la búsqueda del bien común y a la bondad.

Señor, hoy te pedimos que las cosas buenas que hemos aprendido a lo largo de este curso permanezcan siempre en todos nosotros.

Te pedimos para que podamos ponerlas en práctica y que seamos capaces de trasmitir tu alegría y paz, y allí donde vayamos ayudamos a ser como luz y la sal en la vida

Lectura del evangelio del día de hoy,

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Palabra de Dios

A cada uno de nosotros se nos ha entregado una vela encendida. Nos la dieron el día de nuestro Bautismo, como signo de la luz que Jesús nos da. Es una luz incomparable, que nada ni nadie pueden dar, sino Él: saber que venimos del Dios-amor, saber que estamos aquí para amar, saber que nos espera el abrazo del Padre… Y se nos ha dado para que brille, para transmitirla a la próxima generación.

También a cada uno se nos ha regalado un puñado de sal. Y se nos ha entregado para dar sabor: con las palabras y con las acciones. Porque el mundo tampoco sería lo mismo sin esa sal. Entregar la vida para dar vida.

Recemos hoy todos juntos para que seamos capaces de ser luz y sal y sigamos durante toda nuestra vida los pasos de Jesús, para que seamos ejemplo de su Reino “por ti, para todos”.

Rezamos todos juntos un Padre Nuestro…

Padre Nuestro, que estás en los Cielos, Santificado sea Tu Nombre, Venga a nosotros Tu Reino, Hágase Tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

· Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, amén.

· En el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, amén.

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