Servir a dos señores

 

Buenos días, Cristo reina, nos preparamos para la oración de la mañana (momento de silencio).

 

 

CRISTO REINA, ¡buenos días a todos!. Respiremos hondo, dejemos que nos llegue el aire a nuestros pulmones, soltamos lentamente y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana:

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

 

Pedro era un tipo ambicioso. Nunca tenía suficiente dinero y posesiones. 

Constantemente discutía con sus vecinos  sobre cuestiones monetarias. Un día, uno de 

sus enemigos decidió acabar con Pedro. Con gran astucia, se presentó ante  él con un 

pequeño pez en un vaso de cristal, y le dijo: Pedro, cuando este pez alcance su 

tamaño normal y muera de  muerte natural, su cuerpo se convertirá en oro puro, y tú 

serás más rico de lo que nunca soñaste”. 

La insaciable ambición  de Pedro se impuso a su sentido común, y creyó la historia 

del pez de su enemigo. Lo contempló de cerca, con alegría y  agradecimiento. Se lo 

llevó a su casa y lo metió en un recipiente más grande. Lo alimentó generosamente y el pez fue creciendo y creciendo, hasta que se hizo demasiado grande para el recipiente. 

Gastándose una  fortuna, Pedro hizo construir primero un depósito más amplio y después una pequeña piscina para el pez, que no dejaba de  crecer. 

Pasados unos años, Pedro había gastado todos sus ahorros, alimentando al pez y construyendo sitios donde guardarlo porque cada día, el pez era más grande. Al final, en bancarrota y viejo, Pedro se murió antes que el pez. Nunca laambición le permitió  darse cuenta de que su enemigo le había regalado ¡una cría de ballena!

 

La avaricia es el apego a pequeñas cosas que nos quitan la libertad: Desde un móvil ultimo modelo, la última y más moderna video consola, el último vestido que ha llegado a mi tienda favorita….

Imagina que tienes un videojuego que te encanta, pero un día sale una nueva versión con mejores gráficos y más niveles. Aunque tu juego sigue funcionando bien, sientes que lo necesitas.

Después, ves que tu amigo tiene unos tenis de marca que se ven chulísimos, y de repente, los tuyos ya no te parecen tan buenos. Luego, aparece un nuevo móvil y piensas: "Si tuviera ese, sería más feliz". Sin darte cuenta, entras en un ciclo donde siempre quieres más, pero nunca te sientes realmente satisfecho.

Eso es lo que hace la avaricia: nos hace pensar que nunca tenemos suficiente, que siempre necesitamos algo más para ser felices. Pero, ¿qué pasa cuando obtenemos lo que queríamos? La emoción dura poco tiempo, pero luego aparece otro deseo, y volvemos a empezar. Es como tratar de llenar un vaso con un agujero en el fondo: por más que le pongamos agua, nunca se llena.

 

En un mundo donde el éxito, la prosperidad, los bienes materiales, la fama, el poder y el dinero suelen estar en el rango número uno de nuestras prioridades, Jesús nos propone algo más.

Nos invita una vez más a dejarlo todo y a seguirlo, a despojarnos de las cosas de la tierra y a fijar nuestra mirada en el cielo, en lo eterno, en lo profundo, en fin, en lo que nos hará completamente felices.

Os animo a entrar en el silencio y la oración en este tiempo de cuaresma para ayudaros a superar la avaricia. Recordad lo que nos dice el Evangelio “Nadie puede servir a dos señores: no podéis servir a Dios y al dinero (Mt 6, 24)”

 

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, amén. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén. Que tengáis un buen día.

 

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