JUEVES 17-12-2020 EDIFICAR SOBRE ROCA

 Buenos días, nos preparamos para la oración 

 

Cristo reina

 

Hoy, os invito a releer el pasaje del Evangelio que nos invita a construir sobre la roca sólida de la palabra de Jesucristo:


"Todo el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es semejante a un hombre prudente que ha construido su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre aquella casa. Y ella no cayó porque estaba edificada sobre la roca. Todo el que escucha mis palabras y no las pone en obra, es como un hombre necio que construyó su casa sobre la arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre aquella casa; esta cayó y su ruina fue grande" (Mt 7, 24-27).

 

Edificar la vida sobre roca. Desde mi infancia y primera juventud fue esta una de mis mayores preocupaciones y uno de mis más hondos anhelos. Consciente de que la vida es una y se vive una sola vez, no quería que el tiempo de vida que Dios me habría de dar pasara en vano edificando un edificio que luego se desploma por haber sido edificado sobre arena movediza. La meditación de estas palabras de Jesucristo me llevó a buscar con todas mis fuerzas edificar mi vida sobre una roca firme, inconmovible, capaz de atravesar la frontera del tiempo y anclarla en la eternidad de Dios.

La vida es algo que nos ha sido dado. Ningún hombre o mujer la ha pedido. Nadie ha escogido las circunstancias de su nacimiento, como tampoco escogió el color del cabello ni el de los ojos, ni el de la piel, ni su grado del coeficiente intelectual, ni la dotación genética que le ha sido concedida. La vida se nos da, como un regalo, como un don magnífico y misterioso.

 

Si una mañana fuéramos a la Quinta Avenida de Nueva York a preguntar a la gente cuál es su fin inmediato, todos, al menos los que estuvieran en su sano juicio, sabrían respondernos. Algunos irían a invertir en la Bolsa, otros al trabajo en una oficina. Otros simplemente de compras, a la iglesia de SanPatricio, a pasear en el Central Park o a visitar el Museo Metropolitano. Todos sabrían decir cuál es el fin inmediato de su actuar. Pero, si en lugar de preguntarles por el fin próximo, les hiciéramos, así a boca jarro, esta otra pregunta: ¿Por qué vive usted?, o ¿cuál es el sentido de su vida?, quizás no todos tendrían la respuesta a mano. Es posible que algunos nos dirían que su familia, su trabajo, ganar dinero, ser feliz, pero otros se encogerían de hombros y seguirían su camino, mirándonos como a seres raros. Muchas personas llegan al fin de su existencia sin haber realizado la primera y fundamental tarea que es descubrir el sentido de la misma. De muchos se podría escribir este epitafio: "Aquí yace alguien que nunca supo por qué vivió".

 

¿No parece ilógico vivir sin saber por qué? ¿Luchar, afanarse, levantarse día tras día para volverse a acostar por la noche sin haber descubierto cuál es el fin de tan frenética carrera, sin saber siquiera si todos esos esfuerzos valen la pena? ¿Por qué tantos afanes, tantos sacrificios, por qué soportar tantas contrariedades si se desconoce el porqué de todo ello?

 

Pero si la vida tiene un sentido, si tiene una dirección, si tiene una razón de ser, esa es:

 

Edificar el REINO DE DIOS.

 

 

Cristo vence, cristo reina, cristo impera, cristo luz infinita, alumbre nuestra inteligencia 

 

Amén

 

 

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