LUNES 26 SEPTIEMBRE

 CRISTO REINA. Bienvenidos a la oración de la mañana, respiremos hondo, dejemos que llegue el aire a nuestros pulmones y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos. Haz silencio en tu interior y escucha... Por unos momentos desconectamos de nuestros ruidos y escuchamos en silencio, sintiendo a Dios muy cerca de nosotros.

Cuando uno es pequeño y tiene la suerte de tener pueblo, el pueblo es lo más. Ir al pueblo supone correr, jugar, ir de un sitio a otro sin tener que dar muchas explicaciones en casa, pues… es el pueblo. Todos te conocen y conoces a todos. En la infancia, pueblo es sinónimo de fin de semana, vacaciones, libertad, jugar, primos..… todo lo que la ciudad no te permite tener a mano y que echas de menos.

Vas creciendo y al llegar a la adolescencia, el pueblo sigue siendo importante, pero ya no es lo más.

Sigues yendo, a veces con gusto y otras refunfuñando. Sigue siendo tu pueblo, pero le han surgido competidores: la ciudad y sus múltiples posibilidades, vacaciones con tus amigos en la playa, planes de fines de semana, los estudios...

No obstante, en algunas ocasiones especiales como las fiestas en verano o alguna reunión familiar… el pueblo recupera todo su protagonismo, ahí sigue con su río, su plaza , los amigos de la infancia…..

Y casi sin darte cuenta, los años van pasando, vas teniendo una cierta edad, y comienzas a darte cuenta de lo importante que ha sido el pueblo en tu vida, y de las ganas que tienes de volver a él. Cualquier excusa es buena para hacer una escapada; pues el pueblo ahora es reposo, descanso; pero no solo eso, es tu gente, te habla de tu vida, de tu historia … te permite tomar distancia del ajetreo de la ciudad, valorar y disfrutar de lo verdaderamente importante.

Pues así es Dios, tiene un poco de pueblo. Como dice el papa Francisco, Dios 'huele' algo a pueblo. Como el pueblo, Dios siempre está para nosotros; Nosotros vamos y venimos en nuestra relación con Dios. Los años pasan, pero Dios es el de siempre o como le decía Dios a Moisés «yo soy el que soy».

Recuerda siempre que Dios está ahí por ti y para todos.

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