OCTUBRE: No pases la vida quejándote

 CRISTO REINA, nos preparamos para escuchar la oración de la mañana. Adoptamos una postura cómoda, la espalda sobre el respaldo, ambos pies en el suelo y manos sobre las piernas, hacemos una respiración profunda y vamos cerrando los ojos o bajando la mirada, prestando atención al ritmo de nuestra respiración y disponemos nuestro corazón y nuestra mente a escuchar la oración. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

NO PASES LA VIDA QUEJÁNDOTE

La persona que siempre busca errores, difícilmente encuentra otra cosa. Vive como una exclamación, no como una explicación. Cualquier persona quejumbrosa dirá que el éxito no es sino suerte. El hecho es que cuanto más te quejes, menos logrará. Una vida quejosa es un surco profundo. La única diferencia entre el surco y la tumba es el tiempo. Un espíritu de queja primero llama, después es un invitado y al final es el amo.

Algunas personas siempre encuentran lo malo en cualquier situación. ¿Conoce a alguien así? i Cuántos quejumbrosos conoces? Las pequeñas cosas afectan a pequeñas mentes. Algunas personas están seguras de que pueden mover montañas si algún otro les despeja las rocas del camino. Algunas de las personas más desilusionadas en este mundo son las que reciben lo que les corresponde. La miseria quiere su compañía. Los quejosos se atraen entre sí, mientras que repelen a la gente positiva. Cuando Dios se dispone a bendecirte no te envía personas quejumbrosas, sino que te manda a los que están llenos de fe, poder y amor. Cuando sientas deseos de quejarte, lleva a Dios a la situación ¿Te encuentras esperando en El, o está Dios esperándote a ti? ¿Es Dios tu esperanza o tu excusa? No dejes que el cielo se convierta en una ventanilla de queja. «De todas las palabras tristes de la lengua o de la pluma, las más tristes son estas: ¡Podría haber sido!"». No te quejes. La rueda que más chilla es casi siempre la que primero se cambia. Si te quejas de otras personas, no tendrás tiempo para amarlas.

ORACIÓN

Paseando por las calles de mi ciudad

al caer la tarde

voy cayendo en la cuenta de qué manera

has estado presente hoy y sigues estando

hasta que el sueño se apodere de mí.

Vivir de esta manera es un regalo.

Todo lo cambia.

Porque en todo y todos veo

tu rostro y tu llamada.

Tu grito y tu caricia.

Gracias, Señor, por cuidarme

con tus manos que trabajan por mi cada día.

¡Cuánto has hecho hoy por mí!

tus manos, manos firmes y desgastadas,

pero que me sostienen con fuerza,

ternura y confianza,

me hacen sentir en paz.

Gracias por haberme acariciado hoy a

través de la brisa que me llegaba por las calles,

cuando más me cuesta apostar

por algo que me suponía un reto.

Ahí estás.

Solo tú.

Invitándome a ser manos

y ser caricia para los demás

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, AMÉN.

Que tengáis un buen Jueves.

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