LA MUÑECA DE SAL
Buenos días, Cristo reina, nos vamos preparando para la oración de la mañana
CRISTO REINA.
Vamos a comenzar la oración de la mañana dejando a un lado todo aquello que tenemos en nuestra mente y siendo conscientes de la suerte de poder disfrutar de este momento que el día nos regala. Vamos a respirar hondo y dejar que el aire recorra nuestro cuerpo para volver a soltarlo suavemente.
Podemos cerrar los ojos y escuchar en el silencio los latidos de nuestro corazón.
Comenzamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces. “¿Quién eres tú?”, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar respondió: “entra y compruébalo tú misma”.
Y la muñeca se metió en el mar. pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: “¡ahora ya sé quién soy!”.
REFLEXIÓN. Siempre, o casi siempre, estamos empeñados en reivindicar nuestra propia identidad. Nos avergüenza que nos confundan con otros. Queremos ser nosotros mismos. Es una necesidad vital: ser yo.
Pero ¿quiénes somos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Cómo y dónde podemos descubrirla?
Quizás el camino sea identificarnos con todo aquello que me recuerda quién soy. mi familia, mis amigos, mi Dios… estar unidos a ellos me permitirán ser yo en la más auténtica verdad, sin máscaras, sin perjuicios…
Con este deseo, rezamos todos juntos un Padre Nuestro.
Padre nuestro que estás en el cielo…
En palabras de José Gras
“Anima, Corazón de mi Rey, mi corazón, para que, fortalecido con tu fuerza,
pueda vivir adorándote toda mi vida”.
CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA, ALUMBRA NUESTRA INTELIGENCIA, AMÉN.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.