COMIENZA EL ADVIENTO

 Buenos días, CRISTO REINA, nos ponemos en presencia del Señor, en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.

Bienvenidos a la oración de esta mañana, abrimos nuestro corazón a Jesús, dedicándole estos primeros minutos.

Isaías 30:18: “En verdad el Señor espera tener piedad de nosotros, en verdad se levantará para mostrarnos misericordia, porque el Señor es un Dios de justicia: ¡felices los que le esperan!

Estamos a punto de comenzar un nuevo Año Litúrgico, que dará comienzo este próximo domingo, primer domingo de Adviento. Adviento viene del latín “Adventus”, que quiere decir “venida”.

Comienza un tiempo nuevo, marcado por la espera de la llegada del Hijo de Dios. Nos preparamos en estos días para celebrar la mayor novedad que ha acontecido en la historia de la Humanidad: el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, el testigo vivo del amor de Dios para con todos nosotros, el que nos trae la salvación y nos abre la puerta de salida de este laberinto terrenal en el que vivimos inmersos.

Hay que tener el espíritu preparado para comenzar el Adviento, para celebrar la Navidad, la llegada del Hijo de Dios, que tan próxima está. Hay que abrir las manos y el corazón a la esperanza. No es tiempo de pensar en desastres ni dejarse arrastrar por la desilusión; es tiempo de levantar la vista al horizonte y esperar la venida del Salvador, el Hijo de Dios hecho hombre, que trae la paz y la justicia.

¿Es posible hoy la esperanza? En este mundo en el que no cesan las guerras, donde hay hambre, terrorismo, injusticias sociales, corrupción en tantos ámbitos de la sociedad. A pesar de estas circunstancias que nos rodean, que nos empujan al desánimo, no podemos olvidarnos que el Señor viene, y nosotros tenemos que dejar que se haga presente, porque viene a salvarnos, a liberarnos de nuestras miserias para que con la ayuda de su amor infinito, construyamos impulsados por su divina fuerza un mundo mejor. Jesús nos trae la esperanza, el estímulo para no sucumbir al desaliento y de esta manera, poner todos y cada uno de nosotros nuestro granito de arena, para, todos juntos, intentar hacer este mundo un poquito mejor, un poquito más amable.

Padre, en este Adviento esperamos impacientes la venida de tu Hijo que acogemos en nuestros corazones para servirte humildemente como instrumentos de paz.

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo luz infinita alumbre nuestra inteligencia. AM

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